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Gabriela ha madurado mucho con este proyecto. Empezó de 15 años y ahora tiene 20 y su forma de pensar ha cambiado mucho. También nos ha aportado mucho como familia, hemos aprendido de lo que ella aprende allí y nos ha abierto la mente.
Antes éramos más cerrados en cuanto al aborto.
Uno crece creyendo que el aborto es malo, que es matar niños. De hecho, cuando estaba embarazada de ella pensé en abortar porque era muy joven, sólo tenía 16 años. Pero al final no lo hice, pensé “¿Cómo voy a hacerle eso a mi hija?”. Pero ahora ella viene y me dice “Mamá, podrías haber tomado una decisión diferente”. Aprendí de ella que esto es una decisión que toma la mujer. Yo no lo hice en ese momento, pero si otra persona decide abortar o tener un bebé, es la decisión de cada mujer y uno no puede interferir. Aprendí a tener un poco más de tolerancia, a entender que nosotras, como mujeres, somos las que tenemos derecho a decidir por nosotras mismas si llevamos adelante los embarazos o no. No tengo que obligar a mi hija a abortar o a no hacerlo, eso es lo que he aprendido.
Ella ha mejorado sus conocimientos y nos ha enseñado mucho a lo largo de los años.
Ahora es muy independiente y ha seguido adelante con sus estudios universitarios. Es una mujer muy independiente y estoy muy orgullosa de ella.