«La experiencia del aborto es diferente para cada persona.»

Me uní a Di Ramona cuando aún estaba en la universidad. Empecé como voluntaria y luego hice allí mis prácticas profesionales. Durante mis prácticas, me ofrecieron la oportunidad de encargarme de las comunicaciones de manera más formal, para dar más estructura a esa área. Trabajé como voluntaria en este puesto durante unos dos años y medio, hasta que finalmente me ofrecieron un salario y empecé a trabajar más en serio como responsable oficial de comunicaciones.

De hecho, había realizado un aborto a principios del año en que empecé en Di Ramona.

Había pasado por mi propio aborto sin ningún tipo de apoyo y me sorprendió bastante, una vez que me uní a Di Ramona, descubrir que existían estructuras de apoyo cerca, pero yo no sabía absolutamente nada de ellas.

El aborto, para mí, marcó un antes y un después en mi vida.

El hecho de haber vivido el aborto de una manera muy diferente a cómo acompañamos a las personas en Di Ramona me marcó una pausa bien interesante.

Llegué con mucho estigma y miedo, venía de un entorno profundamente católico en un pequeño pueblo rural. Cuando entré en este espacio, donde se hablaba abierta y constantemente del aborto, tuve que desaprender muchas cosas y analizar de donde venían esos estigmas. 

Reconocerme como alguien que ahora trabaja en el tema del aborto ha sido interesante y muy bonito, porque puedo escuchar las historias de otras personas a las que acompañamos. A veces me sorprende cómo realmente estamos ayudando a cambiar vidas, a mejorarlas y a apoyar a las personas para que continúen con sus planes y sueños.

Hoy en día, con el proceso de despenalización en marcha en México, mi trabajo también consiste en orientar a las personas hacia los servicios públicos. Esto ha hecho la diferencia, porque mi propio aborto tuvo lugar antes de la despenalización. Es realmente sorprendente saber que en mi propio estado la gente tiene ahora tantas opciones, muchas más que las que yo tuve. Es una gran diferencia que en Di Ramona podamos ayudar a compartir esta información y destacar la gama de servicios disponibles.

A través de mi trabajo de comunicación, mi objetivo es normalizar la conversación sobre el aborto.

Ha sido un largo camino de mucha capacitación y escuchar a otras colectivas y organizaciones que también trabajan en el tema del aborto y derechos sexuales.

Cuando aborté, la mayoría de los discursos públicos venían de mujeres mayores, lo que me parecía ajeno a mi propia realidad. Ha sido fundamental poder cambiar el discurso y hablar con amor, empatía y ternura. Pero para que esto funcione te lo tienes que creer, para que esto también se refleje en tu trabajo. 

Di Ramona ha podido refrescar la narrativa sobre el aborto de una manera poderosa, lo que nos mantiene cerca de las comunidades más jóvenes. Cuando hablamos con los jóvenes, reconocen que hablamos su idioma. Aunque seamos un poco mayores, seguimos conectando con ellos de una manera que las generaciones anteriores no hacían.

El aborto es un proceso natural, y enmarcarlo de esa manera ayuda a eliminar las etiquetas positivas o negativas.

Creo que es muy importante llamar a las cosas como son. Es fundamental perderle el miedo a decir «aborto», aunque, también depende del contexto. En Hidalgo, incluso hemos podido hablar abiertamente sobre el aborto en la televisión y en otros medios de comunicación. Pero no se puede llegar a ese punto a menos que se nombre directamente al aborto, como un acto reproductivo en la vida de alguien con capacidad de gestar.

Tenemos que creer en lo que hacemos para poder comunicarlo con claridad. También es esencial mantenernos frescas y receptivas al cambio. He notado que en las organizaciones y las colectivas quieren mantener un mismo discurso y a un tono muy serio. Eso no sirve cuando tu público es joven. No podemos llegarle a los jóvenes si seguimos hablando de «Derechos humanos». Si no conectan con lo que publicamos en las redes sociales, no se acercarán a nosotros.

Sabemos que la experiencia del aborto es diferente para cada persona.

No queremos imponer una etiqueta antes incluso de que se acerquen a nosotros.

En Di Ramona, no hablamos tal cual del proceso del aborto en sí, sino más bien en el acompañamiento que ofrecemos. Destacar el acompañamiento en nuestras comunicaciones genera confianza y tranquiliza a las personas, ya que les hace ver que no está mal decir «aborto», no está mal abortar, no está mal llamar a las cosas por su nombre.

 Hablar desde lo positivo no quiere decir hablar desde la jovialidad. Utilizar flores en las comunicaciones, por ejemplo, no significa que todo sea siempre perfecto. También es tener cuidado con esos discursos de «no estás sola», cuando hay personas que sí están solas en el proceso. Al mismo tiempo, evitamos imponer narrativas como «el aborto es liberador» o «la mejor decisión de mi vida». 

Cada persona lo vivirá a su manera, y nuestro papel es respetar y apoyar eso.


Entrevista con Roxana Mancilla, coordinadora de comunicaciones de Di Ramona, una organización socia por SAAF en México.