Reflexiones de una doula abortista con discapacidad en Kenia

Como parte de mi trabajo como trabajadora social y doula abortista en los barrios marginales de Kibera, en Nairobi, me he encontrado con muchas personas con discapacidad que necesitan atención sanitaria reproductiva. Les ayudo a acceder a los servicios de aborto, bien apoyándoles en el aborto autogestionado, bien acompañándoles en el proceso de aborto quirúrgico en una clínica.  

Debido a la naturaleza restrictiva de las leyes sobre el aborto en Kenia, la incidencia del aborto es muy escasa. Sin embargo, las investigaciones realizadas por Guttmacher indican que cada año se producen en Kenia más de 1,4 millones de embarazos no deseados, y que el 38% de ellos acaban en aborto.  

Estas cifras sugieren que hay muchas niñas que se encuentran con embarazos no deseados, pero sólo algunas de ellas tienen acceso a un aborto inducido.  Recibo muchos casos de niñas con discapacidad que necesitan servicios de aborto y tuve que averiguar por qué las tasas de aborto son bajísimas a pesar de la gran necesidad.   

Acceder a un aborto seguro en Kenia es un reto para las niñas y mujeres con discapacidad porque, en primer lugar, el aborto sigue estando muy restringido.  

La constitución permite el aborto cuando la vida o la salud de la mujer embarazada están en peligro, o en casos de violación e incesto. También se puede brindar atención postaborto.  

En Kenia no tenemos «derecho» al aborto, salvo en estas circunstancias. Sin embargo, hay algunos proveedores sanitarios progresistas que ofrecen servicios de aborto según una interpretación liberal del «riesgo para la salud». O que están dispuestos a prestar servicios de aborto al margen de estas restricciones legales. 

Las jóvenes y las mujeres con discapacidad están en gran desventaja cuando se trata de cuestiones de sexualidad y aborto.  

Debido a la interseccionalidad de su género y su discapacidad, las chicas y mujeres con discapacidad pueden verse incapacitadas para tomar decisiones sobre su propio cuerpo.  

Durante una de las conversaciones sobre sexualidad que mantuvimos como Women Spaces Africa (con el apoyo del SAAF), niñas y mujeres con discapacidad compartieron algunas de las desgarradoras experiencias por las que han pasado.  

«Me quedé embarazada después de que me violaran a los 15 años. Me violó un hombre muy conocido en mi pueblo. Le conté a mi madre lo que me había pasado, pero por miedo a la vergüenza me dijo que guardara silencio sobre mis acusaciones de violación. Me quedé embarazada y tuve que dejar la escuela para criar al niño. Me dolió mucho ver cómo el hombre que me hizo esto y mi madre me obligaban a quedarme embarazada. Solo tras pasar por asesoramiento acepté al niño. Creo que es justo que las niñas y las mujeres con discapacidad decidan por sí mismas si quieren mantener un embarazo o no. También creo que se debería hacer justicia a las supervivientes de violaciones en lugar de dar carta blanca al agresor sólo porque la comunidad estigmatiza a las jóvenes que han sido violadas o han tenido un embarazo precoz o no planificado.»

‘Rose’

Incluso cuando las niñas con discapacidad deciden abortar, se enfrentan a actitudes negativas por parte de los profesionales de la salud reproductiva: 

«Una vez que tomé la decisión de abortar, fue difícil encontrar un profesional de la salud que aceptara prestar servicios de aborto. Varios afirmaron que era un delito e incluso aquellos dispuestos a brindar el servicio se mostraron reacios a atenderme debido a mi discapacidad. Según ellos temían que pudieran surgir complicaciones y me aconsejaban considerar mantener el embarazo, ya que tal vez no tuviera suerte de volver a quedarme embarazad en un futuro

‘Belinda’
Los servicios sanitarios también suelen ser inaccesibles debido a las barreras físicas y de comunicación.  

Siempre que remito a niñas sordas a proveedores de abortos, a menudo tienen que solicitar un intérprete de lengua de signos que las acompañe, porque los proveedores de servicios no conocen la lengua de signos y la comunicación se vuelve tensa. Aunque finalmente las chicas obtienen los servicios que necesitan, a menudo relatan frustraciones, humillaciones y falta de intimidad debido a la inaccesibilidad de los centros sanitarios.  

Con motivo de la celebración del Día Internacional de las Personas con Discapacidad, hago un llamamiento a todos los agentes de la salud reproductiva para que tengan la intención de incluir a las niñas y mujeres con discapacidad. Reconozco que se está haciendo mucho, tanto a nivel local como mundial, para ayudar a las mujeres a tomar sus propias decisiones en materia de salud reproductiva. Sin embargo, hay que hacer más para garantizar que no se deja atrás a las mujeres con discapacidad.   


Por Phylis Mbeke Ndolo, Directora de Women Spaces Africa, organización financiada por el SAAF en Kenia. 

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