Justicia reproductiva feminista y la lucha contra la violencia de género 

Al acercarnos al Día Internacional de la Eliminación de las Violencias Machistas queremos reflexionar sobre la manera en que la violencia basada en género se manifiesta a través de las restricciones que existen para limitar nuestras decisiones reproductivas.  

La violencia que vivimos las mujeres y personas con capacidad de gestar está presente en la falta de acceso a la garantía de nuestras necesidades más básicas como por ejemplo: la estabilidad económica, el empleo justo, o un medio ambiente sano. Esta violencia se manifiesta al obligarnos a priorizar necesidades como si no fueran todas igual de urgentes y relevantes. Esta jerarquización genera una falsa percepción de lo que es prioritario atender, favoreciendo la postergación o negación de algunos derechos que se interpretan como irrelevantes o que no se entienden como parte de nuestros derechos humanos. 

Por ello es esencial trabajar desde un marco de Justicia Sexual y Reproductiva. 

La justicia reproductiva va más allá del derecho a abortar sin riesgos o a no tener hijos si no los queremos. También es el derecho a tener los hijos que deseamos y a poder criarlos con seguridad. 

Un marco de justicia reproductiva permite visibilizar cómo los sistemas de opresión se vinculan, requiriendo de esfuerzos interseccionales que apuesten por el derecho de las personas a vivir una vida en la que nuestras decisiones no estén acotadas a las limitaciones que las violencias nos impongan, posibilitando decidir desde el bienestar, el placer y el deseo.   

El mandato de la maternidad obligatoria como base de la violencia simbólica. 

Las restricciones que existen a nivel global para evitar que mujeres y otras personas con capacidad de gestar abortemos parten de un contexto que nos reconoce como personas con derechos únicamente a partir de nuestra capacidad reproductiva. Se espera que cumplamos el rol de madres (seamos o no mujeres) para sostener un sistema capitalista y patriarcal. Esto nos limita a construirnos a partir de un binarismo de género dejando de lado lo que somos y lo que queremos. 

Esto tiene un impacto en nuestras experiencias y la posibilidad de acceder a otras opciones de vida distintas de la maternidad patriarcal, pues nuestra identidad se vuelve sinónimo de expectativas sociales ligadas al sacrificio, así como a la renuncia del placer y de la autonomía. El estigma nos inhibe de elegir lo que deseamos y necesitamos o nos obliga a vivir nuestras decisiones desde lugares de malestar que nos lastiman. 

Garantizar el acceso a abortos seguros posibilita que todas las personas con capacidad de gestar podamos ejercer nuestra autonomía reproductiva. Implica tener opciones para elegir y los medios para materializar esa elección en condiciones seguras y dignas.  

No basta con lograr que el Estado deje de criminalizar el aborto.  

Necesitamos comunidades que nos acompañen, instituciones sensibilizadas y narrativas culturales libres de estigmas asociados al aborto para que sea una opción real y segura para todas las personas. 

La violencia simbólica vinculada a los roles de género impacta en nuestra salud mental. Cuando una persona se comunica con Fondo MARIA para solicitar apoyo y nos comparte sentirse conflictuada con la decisión, es común que ese conflicto esté ligado a las expectativas sociales que se tienen de ella en tanto mujer embarazada. Negarse a continuar con el embarazo suele ser causa de violencias diversas cuando nuestros contextos no están a favor de nuestros derechos y las redes de apoyo son escasas. 

Las acompañantes de aborto construimos comunidades a favor de vidas libres y gozosas. 

En Fondo MARIA hemos acompañado a miles de personas a tomar decisiones reproductivas. Esto puede incluir apoyo emocional, pero también ayuda logística con cosas como el transporte y la posibilidad de costearse un servicio de aborto. 

El modelo de acompañamiento del Fondo MARIA, acompañar para empoderar, busca reconocer nuestro poder personal para tomar decisiones que nos traigan bienestar y placer. Abortar acompañadas de quienes potencian nuestros saberes promueve la autonomía, el cuidado y la salud integral. Promover el aborto como una opción legítima y digna es una forma de erradicar las violencias que se sostienen como resultado de los mandatos sociales que eliminan nuestros derechos. 

Todas las personas somos parte de una comunidad y tenemos que ser partícipes de la construcción de los mundos en los que queremos vivir, todas las personas tenemos el poder de sumar a la erradicación de las violencias machistas, luchar por el aborto seguro y apoyar a las redes de acompañamiento de tu localidad es una de ellas.  


Por Stephanie Lomelí Guerrero – Coordinadora del Fondo MARIA, dirigido por el socio financiado del SAAF, Balance. 

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